Acerca de Atariteca


"Nuestro pequeño blog está dedicado a los que, como nosotros, tuvieron en casa una Atari 800XL y/o Atari 130XE. Aquí podrán encontrar y descargar guías, comentarios y demás sobre los emuladores, juegos y datos curiosos de estas primeras computadoras caseras...". Esa es la frase con la que originalmente resumimos la presentación de este blog.

La verdad es que Atariteca es una suerte de homenaje en recuerdo a objetos y personas: en primer lugar, al regalo que me hizo mi padre, cuando tenía unos 13 años -recién cumplidos, si la memoria no me falla. Llegó a casa con una enorme caja plateada, de la cual emergió una Atari 800XL junto a una casetera XC-12. Este duo me permitió no sólo ser la envidia del vecindario -pues por entonces eran contados los que tenían en su repertorio alguna consola de videojuegos- sino que, más importante creo, sembró en mí una rotunda curiosidad por la informática; interés que mantengo a la fecha.

De aquella época me quedan recuerdos de partidas familiares en «Pitstop», «Matchboxes» y «Caverns of Mars», antecedidos por interminables esperas mientras la computadora cargaba la data desde el ruidoso casete. Estas demoras, sumadas a la falta de lugares donde aprovisonarme de nuevos juegos, hicieron que progresivamente le perdiera aprecio a la máquina de 8-bits.

La salvación llegó de la mano de una Feria del Hogar en Lima, donde me quedé maravillado con lo que "empresarios" chilenos exhibieron pirateado en una cinta Sony: «Draconus». El encuentro me sirvió no sólo para redescubrir la sorprendente calidad gráfica y musical del Atari, sino que además conocí a otros usuarios que me recomendaron sitios para ampliar mi repertorio de más programas.

Tales lugares fueron una casa comercial en la Avenida Aviación y una caótica oficina en Santa Beatriz, cerca a un canal de televisión. Gracias a los clasificados del diario "El Comercio" ubique el negocio del "chino" Tang en Pueblo Libre, donde me hice de varias joyas del tiempo, como «Elektra Glide» y «The Extirpator».

El apogeo vino en Navidad, con la disquetera Atari 1050. La compra unitaria se convirtió en un afán por coleccionar. Y la tentación estaba en el periódico, donde cada domingo se anunciaban juegos recién llegados desde Europa. Fue así que me animé a incursionar en solitario hasta un recóndito puesto de la galería comercial "Centro Lima", donde me hice amigo del buen Pocho -nunca supe su nombre verdadero, ni menos apellidos.

Por entonces, empecé a dibujar mapas en papel cuadriculado de «Draconus», «Black Lamp», «Montezuma» y «The Infiltrator». También preparé guías -a máquina de escribir!- de simuladores como «Silent Service» y «Super Huey». Lamentablemente, hoy todos esos documentos se han extraviado y seguramente habrán sido reciclados ad infinitum.

Más allá de la nostalgia, Atariteca es también una homenaje a otras personas que años más tarde me sirvieron de inspiración para mi carrera profesional como periodista. Me refiero al mítico y desaparecido Kao Megura, quien tuve el privilegio de contar entre mis primeros netfriends, reconocido por sus minuciosas FAQs. Y, como no, a Henry A. Moriarty, dueño de The MadMan's Cafe, modelo de anhelo por la perfección y usabilidad en cuanto a cómo presentar la información en Internet.

En honor a todos ellos, va la Atariteca. Disfrútenla.